THOMAS MANN Y SU RELACIÓN CON LA ALEMANIA NACIONALSOCIALISTA: LA HUMANIZACIÓN DE UN MITO

  • Thomas Mann
  • Revista Malabia, núm. 57

(Universidad de A Coruña, 24-04-2013, XI Xornadas Literarias 2013: Thomas Mann, Conferencia Inaugural)

Tengo el placer de ser yo quien inaugure estas Xornadas Literarias sobre este gran autor universal de origen alemán, que es Thomas Mann. Este honor debo agradecérselo a la Facultade de Humanidades e Documentacion da UDC y a la Biblioteca Municipal de Neda, que me han ofrecido la palabra, y el especial honor de la palabra inaugural. Por ello les doy las gracias, como se las doy asimismo a ustedes por acompañarnos hoy y prestar su oído crítico a esta conferencia.

 

 

 

Probablemente sorprenderá que la conferencia inaugural sobre el autor al que se dedican estas Xornadas, de la que se espera que dibujen un escenario en el que brillen las cualidades más encomiables de su protagonista, pretenda precisamente todo lo contrario: la desmitificación de su figura. Porque si hay algún autor alemán, después de Goethe, idealizado hasta el extremo de haber devenido un mito, éste ha sido Thomas Mann. Y en honor a la verdad cumple desmitificar para colocar al escritor en su justo lugar, aquél que nos permite verlo como verdaderamente fue, para devolverle su humanidad y acercar así al lector a su persona y a su obra desde una perspectiva más lúcida y realista. De ahí el título de mi conferencia, que me he permitido concretar más de lo anunciado, para formular con mayor precisión su contenido, así que la he llamado finalmente: Thomas Mann y su relación con la Alemania nacionalsocialista: La humanización de un mito.

 

Este proceso de humanización o desmonumentalización, iniciado en Alemania en los años ochenta por el afamado crítico literario de la literatura alemana, Marcel Reich-Ranicki

[2]

, no se ha hecho sin embargo en España

[4]

-, nos revelan rasgos de su carácter que no se reflejan en sus obras de ficción. De modo que aprovecho el impulso que en 1987 diera el propio Marcel Reich-Ranicki con su magnífico ensayo Thomas Mann und die Seinen (Thomas Mann y los suyos), así como los Diarios de Thomas Mann, que he releído ahora en busca específica de las pistas en las que he querido basar sobre todo esta conferencia: a saber la vocación de Thomas Mann para la representación –en la acepción más amplia del término- y su relación con el nacionalsocialismo, y haré alguna que otra incursión en sus ensayos y discursos para contrastar y apoyar mi argumentación.

 

 

Su Tonio Kröger se lamenta repetidas veces de representar lo humano sin participar de lo humano, y en su novela Muerte en Venecia el narrador dice de su protagonista, Gustav Aschenbach:

Como su ser entero aspiraba a la fama, pronto se reveló […] maduro y apto para incidir sobre el público gracias al carácter resuelto y a la personal enjundia de su entonación. Siendo aún estudiante de bachillerato ya tenía un nombre. Diez años después había aprendido, desde su escritorio, a representar el papel de hombre importante, a administrar su fama […].

[6]

: […] desde hace tiempo veo personificado en mí y en mi hermano el sino de Alemania’ […].

[8]

 

 

 

Y con motivo de la publicación de Los Buddenbrook, a finales de 1901, escribe: A veces se me revuelve el estómago de ambición.

[10]

Y cuando un periódico del Tercer Reich se refiere a Wassermann como a uno de los escritores mejor considerados de la Alemaniade noviembre

[12]

 

 

La imagen que desea proyectar de su persona le lleva con frecuencia a actuaciones de hipócrita diplomacia: Así, después de la lectura de la novela de su amigo Hermann Hesse, El juego de los abalorios, que éste le había enviado en enero de 1944, lo primero que le viene a la cabeza es que pueda ensombrecer el éxito de su Doktor Faustus, novela en la que él estaba trabajando aún: Un poco asustado. La misma idea de la biografía ficticia. Que a uno le recuerden que no es el único en el mundo, siempre resulta desagradable. Sólo cuando avanza en la lectura de la de su amigo se consuela: Hay mucho de ampuloso y flojo, es poco dramático, no dice nada nuevo del ser humano […] a la larga resulta bastante aburrida.

[14]

 

 

Su egocentrismo le impide el más mínimo atisbo de objetividad cuando algo concierne a su persona o a su obra. Marcel Reich-Ranicki, en el mencionado ensayo sobre la familia Mann, pone al descubierto las contradicciones a que le lleva este negativo rasgo de su carácter. En mayo de 1937 leemos en su diario: Por la mañana redacté una enérgica carta a Frank sobre esa infame pandilla judía que escribe en el Tagebuch

[16]

. ¿A qué se debía esta invectiva generalizada contra los judíos? Curiosamente en 1907 Thomas Mann había dicho de los judíos:

 

 

Que aún hoy se ponga en duda, y más todavía en Alemania, tan necesitada del mismo, el papel indispensable de este estímulo de la cultura europea que supone el mundo judío, que se exprese hacia él cualquier sentimiento de rechazo y hostilidad, me parece algo tan grosero y de tan mal gusto que me siento incapaz de contribuir con una sola palabra a esta discusión.

[18]

  

Y por si fuera poco Reich-Ranicki le da otra vuelta de tuerca a su argumentación recordándonos que
 

 […] su ira [la de Thomas Mann] contra ‘la pandilla judía’ no duró mucho. Pocos meses después escribía: ‘Buen artículo de H. Kesten en el Tagebuch sobre el Krull. […]. ¡No hay duda de que la literatura alemana necesita a los judíos!’ Y en una carta a Kesten (escrita también en enero de 1938) opinaba ‘que sin ustedes los judíos, casi ninguna obra de literatura alemana habría alcanzado su reconocimiento’.

[20]

, si bien sus diarios dan en general testimonio de su aversión, su repulsa y su condena.

 

Es de sobras conocido que Thomas Mann, al contrario que su hermano Heinrich, veía con recelo la política

[22]

Y si bien la evolución de los acontecimientos le obligó a cambiar de opinión y a apostar por la democracia, lo hizo con reticencia y muy a su pesar, y percibió siempre la política como una carga y una actividad que le apartaban de su verdadera vocación, que eran los asuntos del espíritu, para los que el quehacer político no suponía sino un freno y una distracción. En septiembre de 1938 decía refiriéndose al fascismo: ¡Olvidar estos temas, olvidar estos temas! Tengo que reducirme a lo personal y a lo espiritual […]. No quiero verme involucrado en este odio ciego.

[24]

, cuya última escala era Suiza, cuando le llegó la noticia desde Alemania que se le desaconsejaba volver. El 15 marzo de 1933 anota en su diario:
 
Con la llegada de Eri[ka] llegaron también numerosas noticias sobre las locuras y atrocidades en Munich, arrestos, malos tratos, etcétera, lo que aumentó en nosotros la excitación y el asco, y […], han ido adquiriendo un tono cada vez más patético las advertencias que nos vienen de allí, aconsejándonos que no se le ocurra regresar a Munich a ningún miembro conocido de la familia.

 

El problema que tanto me preocupa de la caducidad de mi pasaporte para el 1 de abril habrá de resolverse […]

[26]

 

El viernes, 17 de marzo de 1933 leemos:

 

 […]. Hablamos de establecer nuestra residencia definitiva en Locarno o en Zurich. Discusión sobre los cínicos y sádicos planes de propaganda del Gobierno alemán, que tienden a sojuzgar la opinión pública, para hacer de ella algo homogéneo y amorfo, destruyendo toda crítica y haciendo que la oposición sea una actitud sin salidas. […]. Horripilante y abyecto. […].

 

Llegaron noticias sobre la prohibición de Das Tage-Buch y de Die Weltbühne. Me preocupa el Rundschau. No cabe duda de que la tendencia que sigue esa nación es la de suprimir, en lo posible, todos los medios culturales. […] lo que realmente se quiere es la bestialización de las masas con el fin de llegar a un dominio unitario y mecanicista con la ayuda de las técnicas modernas de sugestión.

[28]

No era, pues, en estas fechas el exilio un deseo de Thomas Mann, sino algo que le venía impuesto por las autoridades alemanas.

El 1 de abril se refiere en su diario al boicoteo nazi contra los judíos y lo tilda de malignidad estúpida y de increíblemente bestial y absurdo

[30]

 
 

Y ese mismo día, aludiendo de nuevo al estado de cosas en su país, vuelve a manifestar sus dudas sobre qué hacer:

 

 […] la pérdida total de todos los derechos de las diversas regiones alemanas a favor del Reich, de ese Reich. […]. Mi creencia pesimista en la irreparabilidad de todo esto, incluyendo la falta de derechos de los judíos. […]. Estoy íntimamente convencido de que las cosas seguirán así, […], y de que yo permaneceré fuera… y de que quizá no debería hacerlo.

[32]

   

El 17 de abril 1933 anota en su diario que a su hermano Heinrich le han sido confiscados los bienes y clausurado la casa, y  prosigue: […]. Hablamos […] de la necesidad de evacuar la casa de Munich, cosa que sería deseable, pero que llamaría mucho la atención e implicaría dar un paso definitivo.

[34]

 

El 16 de abril de 1933 un grupo de intelectuales muniqueses protagonizó un acto de protesta contra la conferencia que Thomas Mann había dado sobre Wagner. Thomas Mann se refiere a la noticia tres días más tarde, el 19 de abril, y anota en su diario:

[…] recrudecimiento del caso de Munich, con un manifiesto en contra mía, firmado por numerosas personas […]. Bruno Frank me trajo el canallesco documento. Sufrí un violentísimo choque de asco y horror, que me duró todo el día. Reafirmación definitiva en mi decisión de no regresar a Munich y de dedicarme con todas mis energías a realizar el proyecto de nuestro asentamiento en Basilea. […]. Frank vino a verme, y gracias a él pude dar los últimos toques, suavizando aún más mi carta, que había compuesto con calma y dignidad.

[36]

el 17 de mayo, anota con detalle cualquier dato referente a su persona, como si esto, y sólo esto, fuera a condicionar su actuación hacia su país:
 

[…]. El artículo del Völkischer Beobachter

[38]

 

El martes, 1 de agosto de 1933 habla en su diario de la necesidad de mi negativa al regreso y de los sacrificios que esto implica. ¿Hasta qué extremo se llevará en Alemania el boicoteo contra mí, […]?

[40]

; ha encontrado una casa muy hermosa y apropiada, […]. Dilema: la inseguridad y la dependencia cultural de Suiza, el silencio que tendría que imponerme, como medida de precaución, por el hecho de vivir allí, amén de que esto no garantizaría el que estuviésemos a salvo de todo peligro. […].

[42]

 

Una no puede dejar de plantearse si Thomas Mann consideraba lo suficientemente graves las noticias de Alemania, que él mismo calificaba de aberrantes y condenaba, pues, aun cuando en sucesivas entradas anteriores de su diario reprueba con contundencia los graves sucesos en su país, después de referirse el 3 de agosto a las bestialidades realizadas durante el progromo de Nuremberg, a las ejecuciones y asesinatos de comunistas, al suicidio del ex alcalde de Bochum, al que él probablemente había conocido, y de añadir el comentario: ¡Cómo han de atormentar y torturar a las personas para que lleguen a eso! , después de estas anotaciones, de repente escribe en la entrada del domingo, 3 de septiembre de 1933: […]. Entre la frecuente embriaguez histérica que caracteriza el periodismo de los emigrantes y la sumisa labor de los escritorzuelos alemanes que colaboran con la ‘reconstrucción del país’, uno ha de encontrar su propio camino de reflexión.

[44]


 
¿Le subleva el silencio de otros? ¿Y pues qué sucedía con el suyo? ¿A qué esperaba para tomar un posicionamiento público? Si bien es cierto que en  julio de 1933 Thomas Mann había reaccionado con indignación a la sugerencia de su editor, Bermann Fischer, que le instaba a regresar a Alemania:

Precisamente porque no hay cargos en contra suya, […] da usted en cierto modo la razón al gobierno si sigue fuera. Pues su alejamiento da motivos para adoptar medidas contra usted, ya que de su actitud se deducirá que usted ha tomado partido definitivamente en contra de Alemania […]. Desde la emigración es imposible juzgar bien las cosas […]. Estamos por completo a su disposición, […]. No lo piense más. […].

[46]

. A lo que Bermann Fischer se oponía argumentando que aquello significaría un ‘paso decisivo que no se le perdonará […]. Piense en los lectores alemanes que tiene usted aquí’. El libro se publicó en Berlín. Y de nuevo fue su editor quien le convenció poco después de que se distanciara de la revista antifascista del exilio Die Sammlung, publicada en Amsterdam por su hijo Klaus, lo cual proyectó, con razón, una sospechosa sombra en la biografía de Thomas Mann.

[48]

Sorprende esta recriminación por parte de alguien que había seguido una trayectoria bastante parecida y sólo pocos meses antes de estas cartas había decidido manifestarse públicamente acerca de su posición hacia su país, que además había seguido publicando con el editor por no arriesgar su fama y su prestigio y anteponer fama y prestigio a su conciencia. Y sorprende más todavía si se tiene en cuenta que Thomas Mann había escrito ese mismo año, en 1938, su ensayo Bruder Hitler (Hermano Hitler) en el que, refiriéndose a Hitler y a lo que sucedía en Alemania, manifestaba sin ambages: No puedo menos de sentir, a pesar mío, una cierta fastidiosa admiración por este fenómeno.

[50]

Y diez días después, el 20 de abril 1933, escribe: La rebelión contra el elemento judío contaría hasta cierto punto con mi aprobación si la eliminación del control de lo alemán por parte del espíritu judío no resultara tan grave para lo alemán y si los alemanes no fueran tan estúpidos de confundirlo todo y desterrarme a mí con ellos.

[52]

A partir de agosto de 1934, probablemente a raíz de una discusión con su esposa Katia

[54]

. Sin embargo no será hasta julio de este año (1934), cuando manifieste explícitamente su intención de publicarlo en el Times, lo cual hubiera representado el rompimiento oficial, público y definitivo con Alemania.
 

Con fecha del 31 de julio de 1934 leemos en su diario:

 

Trato de seguir escribiendo el José, pero no logro pasar más allá de unos cuantos renglones […]. Y es que otras cosas me tienen muy preocupado. La idea de escribir sobre Alemania, de salvar mi alma en una profunda carta pública dirigida al ‘Times’

[56]

 

 

Sin embargo Thomas Mann no escribe tal artículo. ¿Qué más tenía que suceder en Alemania para que nuestro ilustre autor decidiera dar el paso que tantos esperaban de él?

Y el miércoles, 27 de marzo de 1935 anota aún:
 

¡Qué repugnante esto de andar girando alrededor de la noria! Son muchas las cosas que dependen de mi decisión, también, probablemente, el destino de la editorial, y en lo que a mí respecta, mis relaciones futuras con Alemania, […], los claroscuros de mi existencia, pues las consecuencias de ese discurso son imprevisibles, […].

[58]


 
El 12 de noviembre de 1935 Thomas Mann comenta la propaganda nazi en relación con los Juegos Olímpicos que habían de celebrarse en Berlín en 1936 y alude al desvergonzado discurso de Theodor Lewald en Zurich y comenta a continuación: ¡Si tan sólo fuese posible desenmascarar la hipocresía oportunista de esas consignas en las que se habla de paz y amistad en el mundo! Con frecuencia analizo la idea de escribir un artículo para la Prensa mundial […].

[60]

¿Cómo podía nadie preguntarse en estas fechas si Alemania se encontraba suficientemente madura? para tomar una iniciativa en contra de la política nazi?  ¿Qué tenía que suceder más en Alemania para que Thomas Mann considerara madura la situación? ¿Y cómo se puede plantear un llamamiento moderado? La moderación no es precisamente lo que se desprende de los comentarios del autor hacia los acontecimientos nazis de su país. ¿Qué temía perder aún Thomas Mann si manifestaba públicamente su postura?

 

A partir de diciembre de 1936 para Thomas Mann se suceden rápidamente los acontecimientos:

El jueves, 3 de diciembre 1936 anota: […]. Escribí una breve carta al Ministerio de Asuntos Interiores del Reich, en la que hago responsable al actual Gobierno alemán, ‘ante mis contemporáneos y la posteridad’, por ese paso que no he tenido más remedio que dar. El paso que no ha tenido más remedio que dar es probablemente la adquisición de la nacionalidad checa, a la que se refiere el 25 de diciembre siguiente con motivo de un comunicado que ha recibido de la Universidad de Bonn que me retira el título de doctor honoris causa, como consecuencia de mi pérdida de la nacionalidad alemana. – He pensado en responder.

[62]

que fue posible gracias a esa ‘expatriación’

[64]


 

Con ello Thomas Mann había dado el gran paso –como hemos visto obligado por las circunstancias, y no por propia iniciativa- que le catapultaría a la representación internacional de la ‘Otra Alemania’ en el exilio, una representación que le ligaría para siempre en cierto modo a la política. De nuevo se encontraba Thomas Mann en el papel que le hacía más feliz. A la luz de los apuntes que he ido exponiendo, cabe preguntarse si se hubiera sentido igualmente feliz si las circunstancias le hubieran abonado el camino hacia el otro lado.

 

 
BIBLIOGRAFÍA

[66]

 

Thomas Mann, Diarios 1937-1939, edición y traducción de Pedro Gálvez, Plaza & Janés, Barcelona, 1987.

 

Thomas Mann, Leiden an Deutschland, en Obras Completas en trece volúmenes, S. Fischer, Frankfurt/M., 1974.

 

Thomas Mann, Nachträge, Obras Completas en trece volúmenes, S. Fischer, Frankfurt/M., 1974.

Thomas Mann, Reden und Aufsätze 4. Obras completas en trece volúmenes, S. Fischer, Frankfurt/M., 1974.
 

Thomas Mann, Tagebücher 1933-1934, ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1977. 

 

Thomas Mann, Tagebücher 1937-1939, ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1980.

 

Mark H. Gelber, “Thomas Mann y el antisemitismo”, en Nuestra Memoria. Museo del Holocausto Shoá, 2009, 15 (31), p. 149.

Marcel Reich Ranicki, Thomas Mann und die Seinen, DVA, München 1987. Traducción española: Thomas Mann y los suyos, trad. de Anna Rossell, Tusquets, Barcelona, 1989
 

José Luis Villacañas Berlanga, “Doctor Fausto. El análisis de Thomas Mann sobre el nazismo”, en El país del arte. 3er encuentro internacional. La novela del artista. 3-6 julio 2002. Colección literaria Actas, ed. Facundo Tomás, pp. 371-394: http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Trabajos/Doc036.pdf

 


[2]

Thomas Mann: Tagebücher 1933-1934, ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1977,  Thomas Mann: Tagebücher 1937-1939, ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1980,
Thomas Mann: Tagebücher 1944-1946, ed. Inge Jens, S. Fischer, Frankfurt /M., 1986. Cuando Marcel Reich-Ranicki escribió su ensayo faltaban aún por publicar siete volúmenes de los Diarios, si bien el autor también manejó para su libro el correspondiente al año 1950 con el consentimiento de la editorial Fischer.

[4]

Me refiero sobre todo a la correspondencia que mantuvo con su editor: Thomas Mann, Briefwechsel mit seinem Verleger Gottfried Bermann Fischer 1932-1955, ed. Peter de Mendelssohn, S. Fischer, Frankfurt/M., 1975 –no traducidas al español- y a sus Diarios (V. notas 2 y 3). Con respecto a estos últimos Thomas Mann dejó orden escrita de que no se publicaran hasta transcurridos veinte años de su muerte.

[6]

Thomas Mann, Briefwechsel mit seinem Verleger Gottfried Bermann Fischer 1932-1955. Ed. Peter de Mendessohn, S. Fischer, Frankfurt/M., 1973. Esta correspondencia con su editor Gottfried Bermann Fischer no está traducida al español.

[8]

Thomas Mann, Briefe an Otto Grautoff 1894-1901 und Ida Boy-Ed 1903-1928. Ed. Peter de Mendelsohn, S. Fischer, Frankfurt /M., 1975. Esta correspondencia no está traducida al español.

[10]

Entrada del viernes, 5 de enero de 1934 de los Tagebücher (Diarios), sin embargo este comentario ha sido eliminado de la correspondiente edición española.

[12]

Entrada del viernes, 5 de enero de 1934, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, edición y traducción de Pedro Gálvez, Plaza & Janés, Barcelona, 1986, p. 178.

[14]

Hermann Hesse – Thomas Mann, Briefwechsel, ed. Anni Carlsson, Suhrkamp, Frankfurt/M., 1968. En traducción española: Correspondencia Hermann Hesse Thomas Mann, introducción de José María Carandell, traducción de Juan J. del Solar, Muchnik, Barcelona, 1977.
[16]

La entrada correspondiente a esta fecha no ha sido recogida en la edición española de los Diarios. Cita según Marcel Reich-Ranicki, op. cit., p. 49.

[18]

Thomas Mann, Nachträge, loc. cit., p. 470. Cita según Marcel Reich-Ranicki, op. cit., p. 50.

[20]

Aunque en algún momento se dejó tentar por él, cf. su ensayo Bruder Hitler (Hermano Hitler), escrito del 4-28 de abril en su exilio de California. Edición española Hermano Hitler y otros escritos sobre la cuestión judía, trad. de Rosa Sala Rose, ed. Global Rythm Press, 2007.

[22]

Thomas Mann, Reden und Aufsätze 4. Obras completas en trece volúmenes, vol. XII, p. 428

[24]

Entrada del domingo, 11 de febrero de 1934 en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 188.

[26]

Entrada del miércoles, 15 de marzo de 1933 en Thomas Mann, Diarios1918-1936,  op. cit., p. 138.

[28]

Entrada del jueves, 23 de marzo de 1933 en Thomas Mann, Diarios 1918-1936,  op. cit., p. 140.
[30]

Entrada del jueves, 6 de abril de 1933, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936,  op., cit., p. 143.
[32]

Entrada del viernes, 8 de abril de 1933, desde Lugano, en Thomas Mann, Diarios1918-1936,  op. cit., p. 144.

[34]

Entrada del miércoles, 3 de mayo de 1933, desde Basilea, en Thomas Mann, Diarios1918-1936,  op. cit., p. 149.

[36]

Entrada del lunes, 8 de mayo de 1933, desde Les Roches fleuries, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 150.

[38]

Entrada del miércoles, 17 de mayo de 1933, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 153.

[40]

Erika era una de las hijas de Thomas Mann, con quien el autor mantuvo muchas diferencias, sobre todo relativas a su no posicionamiento ante la política nazi.

[42]

Entrada del miércoles, 2 de agosto de 1933, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 160.

[44]

Entrada del lunes, 4 de septiembre de 1933, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 165.

[46]

La editorial Querido fue una editorial, con sede en Amsterdam, de literatura alemana en el exilio.

[48]

Thomas Mann, Briefwechsel mit seinem Verleger Gottfried Bermann Fischer 1932-1955, op. cit.

[50]

Thomas Mann, Tagebücher, op. cit. Esta entrada no está recogida en la edición española de los Diarios.

[52]

Entrada del miércoles, 4 de octubre de 1933, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 168. Este apunte es tanto más sorprendente cuanto que ya había tenido lugar la quema de libros del 10 de mayo de 1933; imposible que Mann no hubiera conocido estos hechos, si bien en esta fecha no hay ninguna alusión a la quema en su diario.

[54]

Se trata del ensayo Leiden an Deutschland (Sufrimiento por Alemania), escrito en sus Diarios en los años 1933 y 1934. No existe traducción española de este ensayo.

[56]

Entrada del sábado, 23 de marzo de 1935, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 222. El ensayo a que se refiere es Leiden und Grösse der Meister (Penalidades y grandeza de los maestros), que se publicó en la editorial Fischer en 1935. No me consta ninguna traducción española de este ensayo.

[58]

Entrada del miércoles, 4 de septiembre de 1935, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, op. cit., p. 231.

[60]

  Entrada del martes, 7 de enero 1936, en Thomas Mann, Diarios 1918-1936, Ed. y traducción de Pedro Gálvez, Plaza & Janés, Barcelona, 1986, p. 239.

[62]

Se refiere a la carta que envió al decano de la Universidad de Bonn en respuesta al comunicado de la Universidad sobre la retirada del título de doctor honoris causa.

[64]

Entrada del viernes, 1 de enero de 1937, en Thomas Mann, Diarios 1937-1939, op. cit., p. 251

[66]

Los dos volúmenes de los diarios de Thomas Mann que se publicaron en español –se anunció un tercer volumen aunque no me consta su publicación- son incompletos y han sido sometidos a una selección de las entradas del original. El editor, Pedro Gálvez, hace referencia a ello en la introducción que presenta cada uno de los volúmenes y alude exclusivamente al hecho de que en el momento de la publicación de los dos volúmenes españoles aún no había terminado de publicarse la edición de los originales alemanes y, como criterio de selección de lo ya publicado, alude únicamente a razones de reiteración y monotonía, de lo que parece desprenderse que ninguna de las entradas omitidas contenía información significativa ni reveladora. Sin embargo, he podido comprobar que, al menos en algunos casos, si se omitió información reveladora, como puede verse en algunas de las notas al pie, de mi conferencia.
*
*
Publicado en: Revista Malabia, núm. 57, Barcelona, Montevideo, Buenos Aires, 2013: http://www.revistamalabia.com/index.php/archivo/67-numero-57/158-thomas-...

 

Etiquetes: