Microrrelato de Anna Rossell

AMINA

Un golpe brutal en la frente fue la primera sensación que supo distinguir del pánico que se había apoderado de ella hacía meses desde la sentencia. La pedrada le recorrió el cuerpo, aprisionado en la tierra, como una descarga eléctrica. Se le nubló la vista y el corro de hombres airados a su alrededor empezaba a desvanecerse cuando una lluvia interminable le acribilló la cabeza y la dejó sin rostro. Apenas oía los insultos. «La niña, la niña», pensaba. Deseó no haber nacido, no haber traído a la niña al mundo.

El gentío se había marchado y los primeros buitres planeaban.

© Anna Rossell

Etiquetas: