COMENTARIO DE ANNA ROSSELL (CHARLIE HEBDO) AL ARTÍCULO DE JORDI VILA-ABADAL I VILAPLANA "JE NE SUIS PAS CHARLIE HEBDO"

  • Anna Rossell

por Anna Rossell

Sí, también yo soy de la opinión de que no todo es lícito y que la libertad de expresión debe tener límites. En nombre de la libertad de expresión no podemos aceptar el insulto, la falta de respeto, el desprecio del otro/a. ¿Dónde están los límites? Ésta es la gran pregunta. La respuesta no la pueden dar las leyes; las leyes no son sensibles, analizan, determinan y dictaminan mecánicamente, y éste es un tema que reclama mucha sensibilidad. Es por ello que los límites los pondrá una educación social, una tradición que haya arraigado en toda sociedad de respeto al otro/a, el/la "diferente". Ciertamente, conseguir esta tradición no me parece fácil, pero no es imposible. Sólo hay que recordar cómo, a lo largo de la historia van cambiando los valores en los que vive una sociedad y su práctica: recuerdo, por ejemplo, como cuando éramos pequeños/as, los/las jóvenes cedíamos siempre el asiento a las personas mayores en los trenes y los autobuses. Esto, que era la norma en aquel tiempo, ha desaparecido de las buenas costumbres de la calle. Significa, pues, que un comportamiento se puede hacer extensivo a la mayor parte de la población, en función de cómo todos/as trabajamos para hacerlo posible. Pero está claro que las sociedades occidentales no están precisamente por la labor de los valores. Verdaderamente es una pena.

Cuando pasó lo de París y, sobre todo después, viendo la reacción de los medios de comunicación y de tanta gente diciendo aquello de "Je suis Charlie Hebdo" hice exactamente el mismo comentario con el que Jordi Vila-Abadal inicia su artículo. También las palabras del Papa al respecto me parecieron bien. Como Jordi Vila-Abadal, pienso que todos los fundamentalismos son condenables, en modo alguno son justificables los crímenes de Charlie Hebdo, pero hay que decir que hacer mofa de la fe ajena es una actuación arrogante e irreverente, y también se acerca al fundamentalismo. Yo soy atea, pero respeto la fe de los demás cuando es fe honrada y religiosamente profunda. Me pareció verdaderamente lamentable que la matanza de París no hubiera suscitado una polémica social más seria; pienso que se dejó perder una oportunidad valiosa, una reflexión que no le vendría nada mal a la arrogancia del mundo llamado occidental como sinónimo de "ilustrado".

Anna Rossell

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