SER EN EL OTRO

  • Portada del poemario "Calendari d'instints"

(Español)

Versión catalana original a continuación

Vicenç Llorca

Calendari d' instints (Calendario de instintos),
Poesía 3i4, Barcelona, 2014, 80 pp.

por Anna Rossell

La esencia de un poemario se percibe en el eje que sostiene su estructura, la carcasa que contiene las claves y viene a ser como un mapa que nos guía y predispone a la lectura.
"Calendari d'Instints" ("Calendario de instintos"), el último poemario de Vicenç Llorca, nos orienta desde el principio. Dividido en cuatro partes -–I Tants dies en un sol minut...! (Primavera), II Terra en blau (Estiu), III Seguiment de la presència (Tardor) i IV Instant i Eternitat (Hivern)- ("Y Tantos días en un solo minuto ...! (Primavera)", "II Tierra en azul (Verano)", "III Seguimiento de la presencia (Otoño)" y "IV Instante y Eternidad (Invierno))"-, el poeta nos proporciona las coordenadas que conducen sus pasos y los nuestros, en su último itinerario poético: por un lado, el central protagonismo de la naturaleza y de las estaciones que, cíclicamente, se suceden cada año en el calendario, un calendario que el poeta eleva a metáfora en el título; por otra parte, la tenaz búsqueda de trascendencia de la voz poética condensada en la palabra 'eternidad'. El poema "El vi que em dius" ("El vino que me dices") comienza diciendo: "Digues si vius instants d’amor / i així podrem guanyar l’eternitat" ("Di si vives instantes de amor / y así podremos ganar la eternidad"). Este ansia de trascendencia con y en la naturaleza es lo que caracteriza el gesto más sustancial del poemario. En este sentido "Calendari d' instints" rezuma religiosidad, aunque no encontramos en él en ningún momento ni la fe ni el Dios judeocristianos.
El poemario viene a ser un ritual de contemplación e introspección al mismo tiempo, una liturgia que sirve al yo poético para entregarse a la reflexión sobre el enigma que es la vida. El fruto de esta reposada reflexión no son verdades taxativas, sino más bien intuiciones de absoluto de tipo panteísta, como parece confirmar el hecho de que el poeta cite precisamente Baruch Spinoza: "Sentimos y experimentamos que somos eternos", un sentimiento que la voz poética percibe como demasiado exuberante para encajarlo en la piel limitada y mortal de un ser humano. Partiendo de la cita de Shakespeare, que compone el primer verso de uno de los poemas, leemos: "Hi ha tants dies en un sol minut / que la meva ment no pot contenir / aquesta força de tantes imatges / creades al llarg d’una sola vida" ("Hi ha tants dies en un sol minut...!") ("Hay tantos días en un solo minuto / que mi mente no puede contener / esta fuerza de tantas imágenes / creadas a lo largo de una sola vida" ("Hay tantos días en un solo minuto ...!"). El universo poético está construido con el anhelo de trascender los límites del yo y ser en el otro -ser vivo o parte de la naturaleza-: "[...] el desig de ser en un altre ser" ("Hi ha tants dies en un sol minut...!") ("[...] el deseo de ser en otro ser (Hay tantos días en un solo minuto ...!")), por el paso del tiempo, entendido de manera cíclica: "[...] / tothom formarà part de tu, / com tu de tot. / [...] / El temps et fa / perquè tu fas el temps. / És el vincle pel qual la roda gira / i el cercle tanca el cicle de la vida. / Deixa’t ser i sigues allò que és. / [...] / Cap altre secret no et serà tan gran / com, [...] / formar part de les hores / i de les seves criatures" ("Fer el temps") ("[...] / todos formarán parte de ti, / como tú de todo. / [...] / El tiempo te hace / porque tú haces el tiempo. / Es el vínculo por el que la rueda gira / y el círculo cierra el ciclo de la vida. / Déjate ser y sé lo que es. / [...] / Ningún otro secreto no te será tan grande / como [...] / formar parte de las horas / y de sus criaturas" ("Hacer el tiempo")). O bien cuando termina el poema "Compensacions" ("Compensaciones") diciendo: "I celebra que vius en tot el que és" ("Y celebra que vives en todo lo que es"). Esta añoranza de unidad universal relaciona a Llorca con la filosofía del más puro primer romanticismo alemán, el de Novalis, para quien el anhelo, la añoranza, el sueño y el camino -el viaje-, eran metafóricamente significativos como lo son para Llorca, y, herederos como fueron de aquel romanticismo, con la poesía de los simbolistas, como observa Francesc Parcerisas en el prólogo, que sitúa "Calendari d'instints" en la línea de Valéry. Tanto para los románticos como para los simbolistas el mundo es un misterio por descifrar y la tarea del poeta consiste en desentrañar las correspondencias ocultas (Baudelaire) que unen los seres y los objetos sensibles. La voz poética busca el rastro de estas correspondencias en todas partes: "Què sóc jo: la petxina que dóna / el seu cos a la platja, quan minva / la tempesta? [...] / Tan sols sé que transporto el lent somni / del que dorm en el fons de l’onada, / mentre lliuro a la sorra la llum / que, en el dia, va ser forma d’arbre / [...] / Inaudita trobada del foc / apagat amb l’eterna espiral / dels secrets que provenen de l’aigua" ("Vocació de platja)" ("¿Qué soy yo: la concha que da / su cuerpo a la playa, cuando amaina / la tormenta? [...] / Sólo sé que transporto el lento sueño / del que duerme en el fondo de la ola, / mientras entrego a la arena la luz / que, en el día, fue forma de árbol / [. ..] / inaudito encuentro del fuego / apagado con la eterna espiral / los secretos que provienen del agua" ("Vocación de playa)"). La contemplación de la naturaleza o del cielo se convierte para el sujeto poético en un reto para leer las claves de la existencia, y para que no nos quede duda se distancia del falso romanticismo superficial y sentimental cuando escribe: "[...] / Quan mirem les estrelles com tants homes / han fet no per plorar, sinó per ser / enllà d’allò que els ulls reciten... / [...]" ("El vi que em dius") ("[...] / Cuando miramos las estrellas como tantos hombres / han hecho no para llorar, sino para ser / más allá de lo que los ojos recitan ... / [...]" ("El vino que me dices")).

Tan esencial como la conciencia de eternidad es para el sujeto poético, en aparente contradicción, la conciencia de la naturaleza efímera de la existencia. Las referencias a la filosofía presocrática y la idea de que todo fluye y nada permanece encuentran expresión directa en el poema "Camí d'Heràclit" ("Camino de Heráclito"), donde de nuevo volvemos a encontrar esa pregunta existencial: "Què sóc jo? L’últim alè d’hivern / que s’arrecera entre els angles dels cims? / [...] / Malgrat que em crec tan sòlid, aquí em tens: / flux de la meva sang; de l’aigua, flux / que em dissol en el corrent del record; [...] / Carn i líquid: sóc nom d’un somni etern" ("¿Qué soy yo? El último aliento de invierno / que se cobija entre los ángulos de las cumbres? / [...] / A pesar de que me creo tan sólido, aquí me tienes: / flujo de mi sangre; del agua, flujo / que me disuelve en la corriente del recuerdo; [...] / Carne y líquido: soy nombre de un sueño eterno". O bien cuando en el poema "Present" ("Presente") se plantea: "[...] / Quan som en el present? / Volar i desplegar-se, / adormir-se i partir. / Entre el no-res / del temps i la consciència / (i el somni sense imatges / de la mort), / una petita llum que camina".("[...] / Cuando somos en el presente? / Volar y desplegarse, / dormirse y partir. / Entre la nada / del tiempo y la conciencia / (y el sueño sin imágenes / de la muerte), / una pequeña luz que camina"). La percepción de la realidad como constante devenir y la conciencia de eternidad son sólo una paradoja en apariencia, que se deshace precisamente en la idea de la evolución constante de la vida en un proceso de cambio permanente, de regeneración incesante, no lineal sino cíclica, una revitalización que nos transporta al oído ecos de las doctrinas hinduistas, la creencia de que tras el universo visible, al que atribuyen ciclos sucesivos de creación y destrucción, se oculta el principio que sostiene el universo, sólo que la voz poética no identifica este principio con ningún Dios concreto. La percepción de fluidez y liquidez encuentra, además, formal y temáticamente, su manifestación postmoderna en cuatro brevísimos poemas que Lorca intercala en su poemario y que titula "Missatges al mòbil" ("Mensajes al móvil"), testigos de la naturaleza fugaz y pasajera de las formas de existencia: "Resisteix en l’oblit, / perquè només perdures / en el corrent que escapa. / Flux en el flux" ("Missatges al mòbil I") ("Resiste en el olvido, / porque sólo perduras / en la corriente que escapa. / Flujo en el flujo" (Mensajes al móvil I").
Otro vínculo con los pensadores presocráticos es la presencia del fuego, que para estos filósofos representaba la forma arquetípica de la materia y que, por la regularidad de su combustión, personifica el cambio que experimenta el cosmos. En Llorca encontramos con recurrencia el fuego y otras palabras asociadas como la llama, el calor, el humo, la ceniza o el hogar, un campo semántico que le proporciona el simbolismo natural para referirse a la transformación de una forma en otra: "[...] / I és així com la llar de la memòria / torna les cendres al foc del desig, / [...] (El moviment de la mirada), ("[...] / Y es así como el hogar de la memoria / devuelve las cenizas al fuego del deseo, / [...]" ("El movimiento de la mirada"), o bien: "En el joc, i en la cendra del foc, / hi ha un temps que no es diu perquè ens omple / el camí de l’etern cap al món // [...] / I tornar des del fum a la cendra" ("En la cendra del foc") ("En el juego, y en la ceniza del fuego, / hay un tiempo que no se dice porque nos llena / el camino de lo eterno hacia el mundo // [...] / Y volver desde el humo a la ceniza" ("En la ceniza del fuego").

El anhelo de unidad cósmica que traspasa todo el poemario encuentra consecuentemente su expresión formal en el hecho de que el poeta bebe de la fuente universal de la sabiduría, trascendiendo, como ya hemos visto, las limitaciones de su propio ámbito cultural. Él mismo nos orienta sobre el manantial que lo alimenta cuando inicia una serie de poemas con una cita de Confucio y rinde homenaje a los principios más sagrados de esta doctrina, que entiende el cosmos como un conjunto armónico que regula las estaciones y la vida animal, vegetal y humana. Del confucianismo el poeta aprende a buscar en los textos antiguos y en la naturaleza la lección para averiguar los enigmas de la vida y en la introspección la herramienta básica para la mejora y el crecimiento personal. Uno de estos poemas nos proporciona otra de las claves del poemario: la importancia de la memoria, del recuerdo, como materia prima para obtener sabiduría: "Dirigeix el teu carro estimat, / amb les brides del cor agafades, / al turó de la neu dels set cels: / [...] / I llavors comprendràs que el record / no ha caigut de l’estrella d’un somni, / sinó que és la claror del destí / reflectida en els ulls de la joia" ("La conducció de carros. Yu") ("Dirige tu carro amado, / con las bridas del corazón cogidas, / en la colina de la nieve de los siete cielos: / [...] / Y entonces comprenderás que el recuerdo / no ha caído de la estrella de un sueño, / sino que es la claridad del destino / reflejada en los ojos del gozo" ("La conducción de carros. Yu").

Además de biografías y de estudios literarios, Vicenç Llorca es autor de los poemarios: "La pèrdua" ("La pérdida"), 1987; "Places de mans" ("Plazas de manos"), 1989; "L'amic desert" ("El amigo desierto"), 1992; "Atles d'aigua" ("Atlas de agua"), 1995, Premio Vicent Andrés Estellés de poesía 1995; "Cel subtil", ("Cielo sutil"), 1999; "Paraula del món: antologia 1983-2003, 2004"; ("Palabra del mundo: antología 1983-2003", 2004); "Ciutats del vers" ("Ciudades del verso"), 2005; "De les criatures més belles" ("De las criaturas más bellas"), 2006; "L'últim nord" ("El último norte") (2008), Premio Vicent Andrés Estellés de Burjassot.

© Anna Rossell

Publicado en Revista de Catalunya, núm. 290, Abril, Mayo, Junio, 2015, págs. 191-194
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Catalán (Artículo original)

SER EN L’ALTRE

Vicenç Llorca
Calendari d’instints,
Poesia 3i4, Barcelona, 2014, 80 pp.

per Anna Rossell

L’essència d’un poemari es percep en l’eix que sosté la seva estructura, la carcassa que en conté les claus i ve a ser com un mapa que ens guia i predisposa en la lectura. 
"Calendari d’instints", l’últim poemari de Vicenç Llorca, ens orienta de bell antuvi. Dividit en quatre parts –"I Tants dies en un sol minut...! (Primavera)", "II Terra en blau (Estiu)", "III Seguiment de la presència (Tardor)" i "IV Instant i Eternitat (Hivern)"-, el poeta ens proporciona les coordenades que condueixen els seus passos, i amb els seus els nostres, en el seu darrer itinerari poètic: d’una banda, el central protagonisme de la natura i de les estacions que, cíclicament, se succeeixen cada any en el calendari, un calendari que el poeta eleva a metàfora en el títol; d’altra banda, la tenaç cerca de transcendència de la veu poètica condensada en la paraula 'eternitat'. El poema "El vi que em dius" comença dient: "Digues si vius instants d’amor / i així podrem guanyar l’eternitat". Aquesta ànsia de transcendència amb i en la natura és el que caracteritza el gest més substancial del poemari. En aquest sentit "Calendari d’instints" traspua religiositat, per bé que no hi trobem en cap moment ni la fe ni el Déu judeocristians. 
El poemari ve a ser un ritual de contemplació i introspecció alhora, una litúrgia que serveix al jo poètic per lliurar-se a la reflexió sobre l’enigma que és la vida. El fruit d’aquesta reposada reflexió no són veritats taxatives, sinó més aviat intuïcions d’absolut de caire panteista, com sembla confirmar el fet que el poeta citi precisament Baruch Spinoza: “Sentim i experimentem que som eterns”, un sentiment que la veu poètica percep com massa exuberant per encabir-lo en la pell limitada i mortal d’un ésser humà. Partint de la cita de Shakespeare, que fa el primer vers d’un dels poemes, llegim: "Hi ha tants dies en un sol minut / que la meva ment no pot contenir / aquesta força de tantes imatges / creades al llarg d’una sola vida" ("Hi ha tants dies en un sol minut...!"). L’univers poètic és confegit per l’anhel de transcendir els límits del jo i ser en l’altre –ésser viu o part de la natura-: "[...] el desig de ser en un altre ser (Hi ha tants dies en un sol minut...!), pel pas del temps, entès de manera cíclica: [...] / tothom formarà part de tu, / com tu de tot. / [...] / El temps et fa / perquè tu fas el temps. / És el vincle pel qual la roda gira / i el cercle tanca el cicle de la vida. / Deixa’t ser i sigues allò que és. / [...] / Cap altre secret no et serà tan gran / com, [...] / formar part de les hores / i de les seves criatures" ("Fer el temps"). O bé quan acaba el poema "Compensacions" dient: "I celebra que vius en tot el que és". Aquesta enyorança d’unitat universal relaciona Llorca amb la filosofia del més pur primer romanticisme alemany, el de Novalis, per a qui l’anhel, l’enyor, el somni i el camí –el viatge-, eren metafòricament significatius com ho són per Llorca, i, hereus com foren d’aquell romanticisme, amb la poesia dels simbolistes, com observa Francesc Parcerisas en el pròleg, qui situa "Calendari d’instints" en la línia de Valéry. Tant per als romàntics com per als simbolistes el món és un misteri per desxifrar i la tasca del poeta consisteix a desentranyar les correspondències ocultes (Baudelaire) que uneixen els éssers i els objectes sensibles. La veu poètica busca el rastre d’aquestes correspondències arreu: "Què sóc jo: la petxina que dóna / el seu cos a la platja, quan minva / la tempesta? [...] / Tan sols sé que transporto el lent somni / del que dorm en el fons de l’onada, / mentre lliuro a la sorra la llum / que, en el dia, va ser forma d’arbre / [...] / Inaudita trobada del foc / apagat amb l’eterna espiral / dels secrets que provenen de l’aigua (Vocació de platja)". La contemplació de la natura o del cel esdevé per al subjecte poètic un repte per llegir les claus de l’existència, i perquè no ens en quedi dubte es distancia del fals romanticisme superficial i sentimental quan escriu: "[...] / Quan mirem les estrelles com tants homes / han fet no per plorar, sinó per ser / enllà d’allò que els ulls reciten... / [...]" ("El vi que em dius").

Tan essencial com la consciència d’eternitat és per al subjecte poètic, en aparent contradicció, la consciència de la naturalesa efímera de l’existència. Les referències a la filosofia presocràtica i la idea que tot fluix i res roman troben expressió directa en el poema Camí d’Heràclit, on de bell nou hi tornem a trobar aquella pregunta existencial: "Què sóc jo? L’últim alè d’hivern / que s’arrecera entre els angles dels cims? / [...] / Malgrat que em crec tan sòlid, aquí em tens: / flux de la meva sang; de l’aigua, flux / que em dissol en el corrent del record; [...] / Carn i líquid: sóc nom d’un somni etern". O bé quan en el poema "Present" es planteja: "[...] / Quan som en el present? / Volar i desplegar-se, / adormir-se i partir. / Entre el no-res / del temps i la consciència / (i el somni sense imatges / de la mort), / una petita llum que camina". La percepció de la realitat com a constant devenir i la consciència d’eternitat són només una paradoxa en aparença, que es desfà precisament en la idea de l’evolució constant de la vida en un procés de canvi permanent de regeneració incessant, no lineal sinó cíclica, una revitalització que ens transporta a cau d’orella ecos de les doctrines hinduistes, la creença que rere l’univers visible, al qual hi atribueixen cicles successius de creació i destrucció, s’hi oculta el principi que sosté l’univers, només que la veu poètica no identifica aquest principi amb cap Déu concret. La percepció de fluïdesa i liquiditat troba, a més, formalment i temàtica, la seva manifestació postmoderna en quatre brevíssims poemes que Llorca intercala en el seu poemari i que titula "Missatges al mòbil", testimonis de la naturalesa fugaç i passatgera de les formes d’existència: "Resisteix en l’oblit, / perquè només perdures / en el corrent que escapa. / Flux en el flux" ("Missatges al mòbil I"). 
Un altre vincle amb els pensadors presocràtics és la presència del foc, que per a aquests filòsofs representava la forma arquetípica de la matèria i que, per la regularitat de la seva combustió, personifica el canvi que experimenta el cosmos. En Llorca hi trobem amb recurrència el foc i altres mots associats com la flama, el caliu, el fum, la cendra o la llar, un camp semàntic que li proporciona el simbolisme natural per referir-se a la transformació d’una forma en una altra: "[...] / I és així com la llar de la memòria / torna les cendres al foc del desig, / [...] (El moviment de la mirada), o bé: En el joc, i en la cendra del foc, / hi ha un temps que no es diu perquè ens omple / el camí de l’etern cap al món // [...] / I tornar des del fum a la cendra" ("En la cendra del foc").

L’anhel d’unitat còsmica que traspassa tot el poemari troba conseqüentment la seva expressió formal en el fet que el poeta beu de la font universal de la saviesa, transcendint, com ja hem vist, les limitacions del seu propi àmbit cultural. Ell mateix ens orienta sobre la deu que l’alimenta quan enceta un seguit de poemes amb una cita de Confuci i ret homenatge als principis més sagrats d’aquesta doctrina, que entén el cosmos com un conjunt harmònic que regula les estacions i la vida animal, vegetal i humana. Del confucianisme el poeta aprèn a cercar en els textos antics i en la natura la lliçó per esbrinar els enigmes de la vida i en la introspecció l’eina bàsica per a la millora i el creixement personal. Un d’aquests poemes ens proporciona una altra de les claus del poemari: la importància de la memòria, del record com a matèria primera per obtenir saviesa: "Dirigeix el teu carro estimat, / amb les brides del cor agafades, / al turó de la neu dels set cels: / [...] / I llavors comprendràs que el record / no ha caigut de l’estrella d’un somni, / sinó que és la claror del destí / reflectida en els ulls de la joia" ("La conducció de carros. Yu").

A més de biografies i d’estudis literaris, Vicenç Llorca és autor dels poemaris: "La pèrdua"., 1987; "Places de mans", 1989; "L'amic desert", 1992; "Atles d'aigua", 1995, Premi Vicent Andrés Estellés de poesia 1995; "Cel subtil", 1999; "Paraula del món: antologia 1983-2003", 2004; "Ciutats del vers", 2005; "De les criatures més belles", 2006; "L'últim nord", 2008, Premi Vicent Andrés Estellés de Burjassot

© Anna Rossell

Publicat a Revista de Catalunya, núm. 290, Abril, Maig, Juny, 2015, pàgs. 191-194

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