DULCE MARÍA LOYNAZ
LA SONRISA
Viendo allí todavía la sonrisa
de aquel Cristo tan pálido yo estaba:
Y era apenas sonrisa la imprecisa
medialuna que el labio dibujaba,
la albura melancólica y sumisa
de los dientes, que un poco se dejaba
ver la boca entreabierta...
La camisa
de brocado violeta le tiraba
de los frágiles hombros.
(Plata lisa
y oro rizado en el altar...)